Entrevistamos a María Eugenia Martín, CEO de ColorSensing, la empresa que ha creado una tecnología que permitirá conocer el estado del interior de los alimentos envasados sin abrirlos

Cada año desperdiciamos alrededor de una tercera parte de los alimentos que producimos, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas de comida desaprovechada, 750 mil millones de dólares perdidos y más de 3 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Así lo alerta año tras año, la FAO –Food and Agriculture Organization of the United Nations–, sin haber podido encontrar todavía una solución.
Hoy parece que esa solución podría estar más cerca con ColorSensing, una de las startups participantes en el programa de aceleración de IQS Next Tech, que ha creado una etiqueta que permite comprobar el estado de los alimentos envasados de forma no invasiva. María Eugenia Martín, CEO y cofundadora de la compañía, nos cuenta que la tecnología nacía hace cinco en la Universidad de Barcelona, concretamente en el grupo de investigación del Departament d’Enginyeria Electrònica i Biomèdica liderado por el Dr. J. Daniel Prades.
Daniel y su equipo empezaron a trabajar en una tecnología que evitara la distorsión de color que se obtiene en el resultado final de una fotografía. “Es decir, cuando sacamos una fotografía, el color que obtenemos como resultado no es el color real que queremos capturar, siempre hay una distorsión por diferentes motivos, como puede ser la iluminación o la tecnología de la cámara que influyen en el color resultante final de la imagen. Por este motivo, ellos desarrollaron un método basado en un algoritmo y el diseño de un patrón, que lo que conseguía era evitarlo y mantener el color real de lo que se fotografiaba”, nos cuenta María Eugenia Martín, CEO y cofundadora.
Era así como empezaba a tomar forma ColorSensing y estaba listo para dar uno de los pasos más complicados, llevar las horas de laboratorio, el esfuerzo, la investigación y la ciencia detrás del proyecto hasta una aplicación real. Fue en ese momento cuando María Eugenia entró a formar parte del reto.
De la ciencia a una aplicación real
“Conocí a Daniel y empecé a trabajar con él y el resto del equipo de laboratorio para entender muy bien la tecnología y luego pensar en aplicaciones fuera del laboratorio. Yo llegaba con un perfil mixto, había estudiado ingeniera electrónica y organización industrial, y había hecho el Máster d-Health Barcelona de Moebio organizado por Biocat. Así que ColorSensing era un reto para aplicar todo lo aprendido y adentrarme en el proceso de innovar”, recuerda la CEO de la startup. “Decidimos que la mejor manera de hacerlo era explorando, conociendo a gente de diferentes sectores y fue así como finalmente descubrimos que no había solo una aplicación de la tecnología, sino que había muchas. En ese momento nos dimos cuenta que debíamos focalizarnos en una para poder empezar a trabajar en ella”.
Así empezaba su inmersión en la industria alimentaria y surgían todas las preguntas que surgen en las mentes de todos los emprendedores antes de apostar al 100% por una aplicación. “Empezamos a explorar la industria y a detectar que los alimentos que van envasados ya llevan una combinación de gases concreta que hace que el alimento tenga una vida útil más larga. Así que pensamos, ¿puede interesarle a alguien medir la cantidad de gases que hay?, ¿existe una necesidad?”.
La respuesta fue sí. El equipo de ColorSensing empezó a investigar y a identificar otras empresas que ya lo estaban haciendo, pero no de la misma forma que proponían hacerlo ellos. El próximo paso ya estaba más cerca, así que era el momento de hablar con empresas de la industria alimentaria para conocer realmente sus necesidades durante toda la cadena de valor, detectar los problemas que surgían en su entorno y en la vida útil de los productos.
A partir de ahí afrontaban un nuevo reto, unir el software que habían creado en el laboratorio a través del diseño de un patrón, con un hardware no invasivo, que se pudiese introducir en las bandejas de los alimentos envasados para crear una solución integral.
¿Qué necesidades os llevaron a apostar por crear una solución para la industria de la alimentación?
Durante nuestro periodo de exploración y todo nuestro contacto con ella, nos dimos cuenta de todos los problemas que surgen durante la cadena de distribución.
Los fabricantes quieren asegurarse de que los envases que salen de la fábrica lo hacen correctamente, en buen estado y bien envasados. A día de hoy, es imposible comprobar que todos ellos lo hacen, así que se lleva a cabo es un control estadístico. Se seleccionan un número de envases al azar y para comprobar cuál es su estado, se perforan y se miden los gases de su interior. Así que, al final, esas bandejas seleccionadas quedan inutilizadas y se acaban destruyendo. Además, tienes personal dedicado a hacer cada uno de estos pasos, no es un proceso automático.
¿Qué aporta ColorSensing en el sector?
ColorSensing tiene dos propuestas de impacto, por un lado, el económico y por otro, el medioambiental. En primer lugar, nuestra propuesta de impacto económico es reducir las pérdidas y desperdicios generados en la cadena de distribución durante el proceso de control de calidad. La tecnología puede automatizar este control sin tener que perforar los envases y, además, permite reorganizar el personal y conseguir que las personas dedicadas a esto puedan trabajar en otra parte de la fábrica, aportando nuevo valor.
¿Y a nivel ecológico?
A través de la automatización del proceso con etiquetas y un sistema de lectura, se evita el desperdicio diario de comida y envases. De esta manera, contribuimos a evitar todas las pérdidas que surgen en las siguientes etapas de la cadena.
¿Con qué objetivo empezabais a trabajar en esta nueva aplicación?
Nuestro objetivo es asegurar el control de calidad y la seguridad de los alimentos. Nuestra propuesta de valor era darle a los fabricantes y distribuidores de alimentos envasados, herramientas que les permitieran saber qué estaba pasando dentro del envase sin necesidad de tener que abrirlo y posteriormente desperdiciarlo.
¿En qué consiste esta solución y cómo la habéis adaptado para el sector de la alimentación?
La solución consiste en un hardware y un software, el segundo de ellos ya lo habíamos estado trabajando inicialmente en el laboratorio con el diseño del patrón y el algoritmo.
Por este motivo, para poder adaptar nuestra tecnología inicial a su aplicación final, hemos creado una etiqueta integrada en un código QR con unas tintas inteligentes, es decir que cambian de color en función de lo que ocurre. Una vez colocadas en el envase permiten detectar qué es lo que está ocurriendo dentro, midiendo gases, temperatura y el estado total de la atmósfera sin necesidad de tener que romper el envase. Esta parte hardware unida a un sistema de lecturas, permite a fabricantes y distribuidores comprobar mediante una fotografía del código si ha habido algún problema con el alimento. Así conseguimos la solución integral que buscábamos.
¿En qué tipo de productos se puede aplicar ColorSensing?
En cualquier producto que sea fresco y envasado. Por ejemplo, aquí también entran los platos preparados. Por lo tanto, abarcamos desde carnes y pescado fresco envasado, a fruta y verdura, a pizzas, u otro alimento que esté en una bandeja preparado y listo para utilizar. Todos ellos van envasados en una atmosfera con una combinación de gases que es la que nosotros medimos.
¿Qué empresas compiten con ColorSensing?
Hemos identificado, a nivel nacional e internacional, otras empresas que están haciendo cosas de este tipo a través de etiquetas inteligentes. Esto nos demuestra que la industria alimentaria está interesada en este tipo de tecnologías.
¿Qué os diferencia del resto?
A diferencia de otras etiquetas existentes, la nuestra no permite detectar si un envase está en mal estado sin utilizar nuestra tecnología. Las otras etiquetas existentes son etiquetas que cuentan con un color, que cambia en cuanto ocurre algo determinado en el interior de la bandeja. Esto entre consumidores genera una alarma que nosotros no queremos que ocurra.
En nuestro caso, si comparas dos envases, se pueden ver dos códigos de barra, pero no se detecta el cambio si no utilizas la herramienta, que te permite ver en el móvil o la cámara el resultado cuantitativo.
¿Cuál ha sido la reacción de la industria al presentar un producto como el vuestro?
Precisamente cuando empiezas a explicarlo, todo el mundo se imagina que es algo muy visible que el consumidor va a detectar, y que eso generará rechazo. Una vez explicamos en qué consiste exactamente ColorSensing, su opinión cambia y lo ven como aplicación útil para sus procesos.
Actualmente ya tenemos algunas empresas de diferentes tipos de productos que esperan el prototipo final para introducirlo en una prueba piloto.
Antes comentabas que el Dr. Daniel Prades inició el proyecto con su equipo de investigación. ¿Quién forma actualmente la startup?
Cómo comentaba antes, el Dr. Daniel Prades es la persona que está detrás de la tecnología y es el investigador del departamento. Luego está Ismael Benito, que es ingeniero electrónico y físico, y es coinventor de las piezas. Él se encarga de toda la parte del software y del diseño de la etiqueta. Peter Pfeiffer, es ingeniero químico y se encarga de todo el desarrollo de las tintas y los materiales, así como de su impresión. También contamos con otra persona, que está haciendo una estancia en la universidad, y con su experiencia y conocimiento nos permite acelerar todo este proceso.
Además, hay mucha más gente involucrada que hacen posible este proyecto, como todos los desarrolladores que trabajan en adaptar el software para diferentes aplicaciones.
¿De qué resultados os sentís más orgullosos?
En una startup cada paso es un nuevo avance. El hecho de solicitar las patentes, encontrar el momento adecuado para constituir la empresa, ser elegidos para participar en distintos programas, como IQS Next Tech, para seguir avanzando en nuestra tecnología, es algo de lo que nos sentimos orgullosos. Esto nos demuestra que las personas de fuera reconocen lo que estamos haciendo y creen en el proyecto.
En junio, os conocíamos y entrabais a formar parte de IQS Next Tech. Tras más de cinco meses, ¿en qué momento os encontráis actualmente como empresa?
Estamos trabajando en distintas líneas. Por un lado, estamos trabajando en todo el desarrollo final de la aplicación en la industria alimentaria, identificando partners que nos puedan ayudar en la parte del hardware. Por otro lado, hemos pedido un SME Instrument Fase 1 y estamos esperando el final del proceso de la protección intelectual. Finalmente, nuestro objetivo es empezar a buscar financiación privada.
¿Qué balance hacéis hasta ahora?
La verdad es que el balance es muy positivo. Empezamos en el mes de julio y yo creo que estos meses nos han dado la oportunidad de conocer a otras personas con empresas tecnológicas disruptivas que se encuentran día a día con las

mismas situaciones que nosotros. Compartir los problemas, las dudas y las decisiones ayuda muchísimo. Por otro lado, también las clases que hemos tenido con expertos en diferentes ámbitos también nos están ayudando mucho, así como la posibilidad de conectar con empresas industriales, que nos da la oportunidad de explorar sinergias.
Uno de vuestros siguientes pasos es buscar inversión privada, ¿por qué deberían apostar por vuestro proyecto?
Le diría que el potencial que tiene ColorSensing se traduce en que es un proyecto que se puede aplicar a muchas industrias y que su escalabilidad es grande. Se trata de una tecnología basada en un algoritmo, que permite que desarrollemos nosotros mismos casos de uso y también podemos licenciarlo a alguien que esté interesado en desarrollar una nueva aplicación concreta. Ese es el principal atractivo.
Además, también es un valor el equipo formado por distintos perfiles, toda la investigación que hay previa y el compromiso de todos por la empresa.
María Eugenia, en 2017 te unías como CEO al proyecto de ColorSensing. ¿Qué le dirías a María Eugenia de hace un año?
Le diría que es importante tener paciencia, no desesperar y fomentar la comunicación entre todos en el equipo. También tener en cuenta que muchas veces piensas que ir a cierto evento o programa es una pérdida de tiempo, pero luego de allí, siempre salen cosas. Hay que encontrar el equilibrio entre gestión y networking.
¿Cuál es vuestro próximo paso más inmediato?
Nuestro próximo paso más inmediato sería en enero poder tener el prototipo listo para poder hacer las pruebas piloto en la industria. Ya lo hemos hecho en un centro tecnológico, pero ahora queremos escalarlo. Además, a la hora de pasar a la industria queremos encontrar empresas que nos ayuden a industrializar esta parte de nuestra tecnología.
¿Dónde estará ColorSensing en cinco años?
Nuestra visión es que ColorSensing al final sea una empresa de servicios, en la que lo que hagamos sea desarrollar a medida la parte del software en aplicaciones, que otras empresas quieran llevar a cabo para solucionar un problema relacionado con el color. Estamos muy contentos de empezar por la parte de la industria alimentaria y creemos que es hay un largo camino para recorrer, pero sí que es verdad que ColorSensing va más allá de este punto inicial.
¿Nos puedes descubrir cuál es otra de las futuras aplicaciones de ColorSensing?
Otra de las aplicaciones con la que trabajamos en paralelo es en el ámbito de la dermatología. A través de la corrección del color en imágenes digitales de la piel, permitir al dermatólogo ver a través de una fotografía, la evolución del tratamiento sin tener al paciente en la consulta, entre otros aspectos.