De todos es sabido la importancia de la industria como motor de la economía y desarrollo de un país. De los diferentes sectores económicos, es el industrial el que genera mayor valor añadido y puestos de trabajo de calidad, así como el más resiliente al cambiante entorno.
La industria (la industria transformadora, se entiende; la que transforma inputs y materia prima, en nuevos productos de valor añadido) es responsable del 17% del PIB europeo. Es más, el 75% de las exportaciones son productos manufacturados. Y esta misma industria transformadora europea emplea ya a más de 32 millones de personas.
Uno de los efectos más relevantes de la industria transformadora, es que es precursora de empleo en otros sectores. Por cada empleo generado en la industria transformadora, se crea al menos otro, en muchos casos, hasta dos puestos de trabajo en servicios complementarios; transporte, diseño, marketing, etc. A la unión de industria transformadora y servicios asociados se le conoce como “nueva industria”, y en Catalunya representa el 50% del PIB.
Finalmente, la industria transformadora es también generadora de innovación; nuevos productos y tecnologías lanzadas al mercado y que nos ayudan a realizar nuevas tareas antes imposibles de realizar, o de realizarlas de forma más eficiente. El 80% de las innovaciones que se generan en Europa, surgen del entorno industrial.
Con todo esto, queda claro que desde IQS Tech Factory creemos en la importancia de la industria transformadora. De hecho, en IQS Tech Factory apostamos por las startups de carácter industrial porque creemos que es necesario alimentar a este sector económico con nuevas empresas, tecnologías, y modelos de negocio, y seguir así generando una economía más sólida, resiliente, con una fuerza laboral cualificada, y, en definitiva, más competitiva.
Es nuestro objetivo contribuir a crear la siguiente generación de empresas industriales.
La transformación de la industria establecida y consolidada
Pero el objetivo principal de este escrito no es hablar exclusivamente de startups industriales (que también), si no de la industria establecida y consolidada. Y de cómo esta industria se re-inventa y adapta nuevas fórmulas que le permiten mantenerse competitiva. Existen diversos modos para conseguir este fin, pero aquí nos centraremos en la colaboración entre empresas de nueva creación (startups) y la industria establecida.
En los últimos años hemos observado como la industria establecida ha empezado a abrir sus estrategias de innovación hacia el exterior. Los departamentos de I+D siguen siendo los principales responsables de desarrollo de nuevas tecnologías que acabarán materializándose en productos y servicios. Pero cada vez más, los recursos internos de las corporaciones no son suficientes para mantener el ritmo que demanda el mercado. Si a ello le sumamos la velocidad a la que se desarrolla la innovación, muchas veces en los lugares y contextos más insospechados, entonces parece lógico definir una estrategia de búsqueda proactiva de esta innovación, y establecer lazos de colaboración.
La búsqueda de nuevas tecnologías y equipos de talento se puede realizar de muchas formas. Desde la organización de concursos, o hackathons, donde se realiza una llamada y se invita a perfiles multidisciplinares (ingenieros, diseñadores, investigadores, especialistas en márquetin y desarrolladores de negocio) a que durante un tiempo definido (desde un fin de semana a varios meses) desarrollen soluciones a retos específicos definidos por la empresa. Este tipo de búsqueda (scouting) tiene un carácter explorativo. Los resultados son inciertos e impredecibles, y abre la posibilidad a contemplar formas de responder al reto definido antes no consideradas.
Otra forma de scouting más delimitada consiste en ir a buscar innovación con un cierto grado de validación, tanto tecnológica cómo de mercado. Típicamente, encontraremos este tipo de innovación en startups y en grupos de investigación con soluciones tecnológicas avanzadas. Esta opción exige una tarea de minuciosa de búsqueda de proyectos en foros, programas de aceleración, y centros tecnológicos, entre otros. Aunque este sistema es más laborioso, los resultados son más concretos, y en ocasiones permiten la validación de las propuestas vía indicadores existentes tecnológicos y/o de mercado.
Una vez la empresa establecida ha identificado un proyecto, existen diversas formas de interacción. Desde los más directos, como la adquisición de la startup, licencia de la tecnología, o inversión vía un instrumento como un fondo corporativo; a las más colaborativas como codesarrollo de producto o partenariado comercial. Desde nuestro punto de vista, éste último es el formato más interesante ya que se trata de una auténtica colaboración entre las dos organizaciones, en la que cada una aporta unos activos que, de forma combinada, benefician a ambas. Por un lado, la startup aporta innovación tecnológica y en muchos casos acceso a un nuevo mercado. Por el otro, la corporación aporta economías de escala y distribución. Esto permite a la startup crecer rápidamente, mientras que a la corporación le aporta competitividad y acceso a nuevos mercados.
A las sinergias entre empresa establecida y empresas de nueva creación les auguramos un largo recorrido, que justo acaba de empezar. Las dinámicas y fórmulas de éxito todavía están por definir, y aquella empresa establecida que decide hacer este paso ha de ser consciente que en las fases iniciales se debe actuar con una actitud explorativa. Desde aquí invitamos a la empresa establecida a hacer una apuesta por esta exploración, y a beneficiarse de las oportunidades que pueden surgir de estas dinámicas.